sábado, 2 de febrero de 2013

Más allá de los mensajes cotidianos


De nuevo, y un año más tarde, actualizo el blog que tantos desahogos me ha brindado en momentos importantes. 
Tras la situación del país, la que estamos viviendo desde hace ya un tiempo, cansados de la monotonía de todos los días en cuanto a temática en noticias de actualidad, exhaustos de escuchar siempre lo mismo, como si de "spam" se tratase, me he visto con la necesidad de plasmar sobre el folio de este, mi espacio personal, la opinión que me merece parte de lo que está ocurriendo. Bienvenidos.

Tenemos muchas razones para quejarnos, es cierto. Lo lastimoso de todo este caos en el que nos vemos sumidos los españoles, es que nos va aquello de creernos las victimas de todo. Lo somos, de una parte; porque en cada uno de los ciudadanos está la oportunidad del cambio, de la reivindicación, del basta ya...
Los medios pueden estar influenciados. Ciertamente están impregnados de ideologías determinadas donde se esconden los intereses de multitud de empresas adulteradas por la codicia y la ambición de control (definitivamente del poder en la opinión pública), con lo que muy dificilmente llegarán a mostrar la realidad que exige el ciudadano harto de ser el que conoce la verdad, tras haber sido engañado. Pero más difícil aún es el darnos cuenta de hacia dónde queremos vertir nuestra opinión y por quién nos dejamos influir con la información que obtenemos o buscamos. Quiero decir, actualmente nos sentimos rodeados de la desconfianza hacia una clase política que está minada de todo lo contrario a la honradez, la gestión pública y desinteresada, pero no debemos permitir el intento de manipulación por los mensajes que diariamente estamos consumiendo.
Existen, para el infortunio de los honestos, numerosos casos de sinvergüenzas que ocupan sillones en altos cargos de poder, (casos que en medios de comunicación -prensa, radio, televisión e internet- nos bombardean como algo cotidiano en nuestros días) lugar que muy probablemente no hayan adquirido por propios méritos, pero ese es otro debate.
Con todo ello, quiero resaltar, que a pesar de toda la basura que nos está cayendo sobre la cabeza sin haber sido responsables directos de ella, existe también la gente honrada, que ayuda, es solidaria, transparente en gestión y no está viciada en el juego de moda de “ a ver quién puede o se lleva más”. Expongamos también esos ejemplos y difundámoslos con tanto ímpetu como lo hacemos para vociferar que estamos indignados, descubramos a la sociedad un mundo justo. No es utopía, es creerlo y llevarlo a cabo, somos la soberanía y en nosotros reside el verdadero poder.